Es difícil abordar el tópico del sistema posindependentista, sobre todo si la idea es, al final, explicar cuál de los sistemas hubiera sido más conveniente. A la postre, las existencias del Imperio del Brasil al sur y el mexicano al norte, más que demostrar la efectividad de la monarquía, parecen descompensarla. Durante mucho tiempo conversé con amigos sobre el tema, y no han sido pocas las veces que concluimos, quizá contradiciéndonos a nosotros mismos, que tanto Miranda como San Martín llevaban la razón sobre la materia.
Bien referido el comentario de Vallenilla Lanz, para quien Bolívar, lejos de ser un «gendarme necesario» —rol mas bien requerido ante la anarquía tras su muerte—, era un césar popular. Además de una presidencia vitalicia, la idea de un parlamento aristocrático era de urgente necesidad en esos momentos, máxime si la nobleza anterior iba a ser abolida. Incluso Germán Roscio, cuya adhesión por el republicanismo está fuera de toda sospecha, tuvo que sacar de bajo las piedras del derecho la «dictadura plenipotenciaria», intentando desesperadamente corregir el desastre que ya entonces era adivinable.
Hoy el escenario hace difícil imaginar un autoritarismo bienvenido en el hemisferio. Pero ni Italia ni Germania se reunificaron con poemas ni cursilerías.
Maravillosa pieza ensayística. ¡Gracias!
Excelente artículo.
Es difícil abordar el tópico del sistema posindependentista, sobre todo si la idea es, al final, explicar cuál de los sistemas hubiera sido más conveniente. A la postre, las existencias del Imperio del Brasil al sur y el mexicano al norte, más que demostrar la efectividad de la monarquía, parecen descompensarla. Durante mucho tiempo conversé con amigos sobre el tema, y no han sido pocas las veces que concluimos, quizá contradiciéndonos a nosotros mismos, que tanto Miranda como San Martín llevaban la razón sobre la materia.
Bien referido el comentario de Vallenilla Lanz, para quien Bolívar, lejos de ser un «gendarme necesario» —rol mas bien requerido ante la anarquía tras su muerte—, era un césar popular. Además de una presidencia vitalicia, la idea de un parlamento aristocrático era de urgente necesidad en esos momentos, máxime si la nobleza anterior iba a ser abolida. Incluso Germán Roscio, cuya adhesión por el republicanismo está fuera de toda sospecha, tuvo que sacar de bajo las piedras del derecho la «dictadura plenipotenciaria», intentando desesperadamente corregir el desastre que ya entonces era adivinable.
Hoy el escenario hace difícil imaginar un autoritarismo bienvenido en el hemisferio. Pero ni Italia ni Germania se reunificaron con poemas ni cursilerías.
Bolívar, un personaje acomplejado y contradictorio. En fin, lo que hace la ceguera del fanatismo. 🥱